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Las figuras ovaladas rojizas que se aprecian en el centro de esta imagen pueden ser zonas donde el agua del oceano subterraneo emergió para congelarse en la superficie de Europa.

En un hallazgo sin precedentes buscando vida más allá de la tierra, los científicos de la Universidad de Texas en Austin y en otros lugares del mundo han descubierto lo que parece ser un cuerpo de agua líquida del tamaño de los grandes lagos de América del Norte en el interior de la cáscara helada de la luna Europa de Júpiter.
El agua podría representar un potencial Hábitat para la vida, y muchos más de esos lagos podrían existir en todas las regiones superficiales del casco superficial de Europa, el Dr. Britney Schmidt, becario postdoctoral de la Universidad de Texas en Instituto de Austin de geofísica, menciona para la revista Nature.
Aumentando el potencial para la vida, el recién descubierto lago está cubierto por plataformas de hielo que parecen estar colapsando, brindando un mecanismo de transferencia de nutrientes y energía entre la superficie y un vasto océano, solo hay que tomar en cuenta que todo esto es posible por debajo de la cáscara gruesa de hielo.
«La comunidad científica a estado muy activa opinando, ‘ si el depósito de hielo es grueso, eso es malo para la biología, ya que podría significar que la superficie no está comunicándose con el océano subyacente,'»dijo Schmidt» . Ahora vemos evidencia que a pesar de que el depósito de hielo es grueso, se pueden mezclar vigorosamente. Esta situación podría hacer de Europa y su océano un lugar habitable».
Los científicos centraron en la sonda Galileo imágenes de dos siluetas más o menos circulares, llenas de baches en los terrenos alrrededor de la superficie en caos de Europa. Basada en procesos similares, vistos aquí en la tierra — en hielo, glaciares y volcanes, los investigadores desarrollaron un modelo de cuatro pasos para explicar cómo se forman estos ovalos en Europa. Surgiuendo varias observaciones contradictorias, algunas de las cuales parecían sugerir que el depósito de hielo es grueso y otros que es delgado.
«Inmediatamente pensé, sí, eso es todo, tiene sentido,» dijo Robert Pappalardo, científico de investigación senior en la sección de ciencia planetaria de la NASA que no participaró en el estudio. «Es el único modelo convincente que se adapta a la gama completa de observaciones. Para mí, el sí es la respuesta correcta».
Los científicos tienen buenas razones para creer que su modelo es correcto, basado en observaciones de Europa desde la nave Galileo y de la tierra misma. Todavía, porque los lagos mencionados son varios kilómetros por de bajo de la superficie, la única verdadera confirmación de su presencia vendría de una misión de la futura nave espacial diseñada para sondear este depósito de hielo. Dicha misión fue calificada como la misión del buque insignia de segunda prioridad por el planetario de ciencia Decadal, según la encuesta reciente del Consejo Nacional de investigaciones y actualmente está siendo estudiada por la NASA. En la tierra, instrumentos de radar se utilizan para crear la imagen en situaciones similares y con características parecidas dentro del hielo.
«Esta nueva comprensión de los procesos evolutivos en Europa no hubiera sido posible sin el estudio de los últimos 20 años de observaciones sobre las capas de hielo de la tierra y las plataformas de hielo flotante,» dijo Don Blankenship, coautor y científico de investigación senior en el Instituto de geofísica, donde dirige los estudios de radar aerotransportado de las capas de hielo de la tierra.
FUENTE: University of Texas at Austin

La colección de piedras que los astronautas del programa Apolo trajeron a su regreso dela Luna vino con un enigma que ha dejado desconcertados a los científicos desde principios de los años 70: ¿Qué produjo la magnetización detectada en muchas de esas piedras?

Ahora, un equipo de investigadores del MIT ha encontrado la solución para el antiguo enigma, al efectuar el análisis más detallado realizado hasta ahora de la piedra intacta más antigua de la colección del Apolo. Los rastros magnéticos registrados en la piedra proporcionan una fuerteevidencia de que hace 4.200 millones de años la Luna tenía un núcleo líquido con una «dinamo», similar a la del núcleo de la Tierra actual, que producía un fuerte campo magnético.

La piedra lunar que ha proporcionado la nueva evidencia era conocida desde hace mucho tiempo como un ejemplar muy especial. Es la más antigua de todas las piedras lunares que no han sido sometidas a perturbaciones importantes por colisiones posteriores, las cuales tienden a borrar toda la evidencia de campos magnéticos anteriores. De hecho, es más antigua que todas las piedras conocidas de Marte o de incluso la propia Tierra.

Muchas personas piensan que es la piedra lunar más interesante. La piedra fue recolectada durante la última misión de alunizaje tripulado, la del Apolo 17, por Harrison «Jack» Schmidt, el único geólogo que ha caminado sobre la Luna.

El equipo estudió con gran detalle los débiles rastros magnéticos en una muestra pequeña de la piedra. Utilizando un magnetómetro de piedras comercial que fue adaptado especialmente con un sistema robótico para tomar mediciones de forma automática, los científicos pudieron realizar muchas más que en los estudios previos de muestras lunares; hasta diez veces más.

Esto les permitió estudiar la magnetización de la piedra con mucho más detalle de lo que era posible anteriormente. Y esos datos les permitieron descartar las otras causas posibles de los rastros magnéticos, tales como campos magnéticos generados brevemente por impactos importantes en la Luna.

Esos campos magnéticos son de muy corta duración, variando desde sólo varios segundos para impactos pequeños hasta un día para los impactos más masivos. Pero la evidencia registrada en la piedra lunar mostró que debe haber permanecido en un ambiente magnético durante un largo período de tiempo, del orden de millones de años, y por tanto el campo tuvo que haber provenido de una dinamo magnética natural de larga duración.